Tener cerumen en los oídos es algo muy frecuente; es una de las causas habituales de consulta en atención primaria por hipoacusia y afecta a un 5% de la población adulta sana.
El cerumen está formado por productos de descamación y secreciones sebáceas y de las glándulas ceruminosas que se encuentran en el conducto auditivo externo. Actúa como vehículo para eliminar desechos del tímpano, lubrica la epidermis y ayuda a que el sonido pase hacia el oído medio.
Existen varios factores que predisponen a la existencia del tapón de cerumen
- Incapacidad del oído para su limpieza de manera natural.
- Intentos sin éxito de extraer el cerumen por parte del paciente, mediante bastoncillos de algodón.
- Tener el Canal Auditivo Externo (CAE) estrecho o retorcido.
- Oídos que producen demasiado cerumen, por razones hereditarias.
- Tener abundante vello en el canal auditivo.
- Edad, siendo en los ancianos el cerumen más seco y duro.
- Episodios repetidos de tapones de cera impactados.
- Lavado excesivo con jabón o champú.
- Uso habitual de audífonos o sistemas de audición que se introducen en el canal auditivo.
Cómo extraer la cera de los oídos
- Los cerumenolíticos sin lavado sólo consiguen eliminar la cera del oído en un 20%.
- Irrigación del conducto con o sin gotas previas. Es el método más usado, porque su efectividad llega a un 70%. Este lavado se puede realizar sin problemas, con una jeringa, a partir de los 5 o 6 años del paciente. Para realizar el lavado de oído es necesaria una jeringa de unos 150 ml, que se carga con agua templada a temperatura corporal, una batea en forma de riñón que se ajuste a la anatomía del paciente, una cureta para extraer restos de la parte más exterior del conducto y toallas para el secado.
- Extracción manual con una cureta.
- Aspiración.